Perú, capital mundial del sabor, ha sido varias veces galardonado como el Mejor Destino Gastronómico en los World Travel Awards, conocidos como los “Óscar del Turismo”. Cada región del país ofrece una sinfonía de sabores únicos, haciendo de Lima una parada imperdible para los amantes de la buena mesa.
Este movimiento culinario tuvo como punto de partida la visión del chef peruano Gastón Acurio, quien impulsó a miles de peruanos a formarse en cocina, valorando los ingredientes locales y abriendo oportunidades incluso para quienes tenían menos recursos. Su liderazgo no solo posicionó a Perú en el mapa gastronómico mundial, sino que también visibilizó la riqueza de nuestra biodiversidad y el esfuerzo de agricultores y pescadores comprometidos con la calidad.

Como él mismo destacó en una entrevista con la Fundación RBA de España, el verdadero motor de esta revolución culinaria ha sido la pasión de los peruanos por compartir su cultura con el mundo.
Restaurante Astrid y Gastón
La Casa Hacienda Moreyra, ubicada en el corazón de San Isidro, data del siglo XVII. Declarado monumento histórico en 1972, esta casona alberga hoy al prestigioso restaurante Astrid y Gastón, inaugurado en 1994 por la pareja de chefs Gastón Acurio y Astrid Gutsche. El espacio recibe a su clientela con una decoración llena de plantas, esplendorosos árboles y flores en el exterior. Sus instalaciones interiores envuelven al visitante en una atmósfera mágica, donde tradición y creatividad conviven armoniosamente.
Foto: Orbita Popular
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El local cuenta con siete ambientes para el servicio, pero lo que más me cautivó fue el Gran Comedor exterior, cubierto con un gran toldo bajo el cual se encuentra el bar. A su alrededor, se ha recreado una colorida yunza, con enormes árboles de los que cuelgan numerosos regalos, incluyendo atuendos típicos del Perú, cintas de vivos colores, linternas multicolores de papel y mucho más.
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Las Bebidas
Iniciamos nuestro almuerzo con dos refrescos ideales para el clima limeño: una Fresca Luisa, delicada y herbal, y un Berry Punch, intenso y frutal. Con los 28 grados y la humedad envolvente, fueron el comienzo perfecto: ligeros, sabrosos y absolutamente refrescantes.
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Canasta de Panes Peruanos
Luego llegó una joya de la mesa: una canasta de panes peruanos que hablaba de tradición y creatividad. Caracola de ají mirasol, grisines de huacatay, brioche de papa, pan campesino, pan de maíz morado, focaccia con romero y pan de aceitunas traídas desde Tacna. Los grisines, esos palitos de pan delgados y crujientes de inspiración italiana llegan aquí reinventados con el toque andino del huacatay, una hierba aromática que añade notas herbales y ligeramente anisadas.

Piqueos
Como piqueos, nos dejamos tentar por dos opciones que combinan tradición y sofisticación: el Cuy pekinés de toda la vida y los Dumplings de gallina.
La presentación del cuy fue tan atractiva como sabrosa: una fina lámina de carne servida sobre una crepa de maíz morado, decorada con pequeñas gotas de salsa Hoisin, poros y pimientos encurtidos que aportaban color, acidez y contraste. La recomendación es envolver el cuy con la crepa y disfrutarlo de un solo bocado. El sabor fue tan delicioso como inesperado… me dejó con ganas de más. La próxima vez, sin duda, pediré el Cuy a la Royal como plato de fondo.

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El segundo piqueo que destaca fueron los dumplings de gallina, servidos sobre un reconfortante caldo de gallina y bañados en una suave salsa cremosa trufada. El relleno, una mezcla delicada de carne de gallina con pimentón, estaba coronado con chives finamente picados, que añadían frescura a cada mordida.
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Platos de Fondo
Como plato de fondo, elegimos el Pato Confitado Cinco Sabores, una de las estrellas de la carta. El muslo, cocido lentamente y glaseado con chancaca, cardamomo y pimienta negra, ofrecía una piel dorada y crujiente que contrastaba con su interior tierno y jugoso.

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Lo acompañaba una salsa butter curry de rocoto, intensa pero equilibrada, y un arroz meloso verde con leche de coco, albahaca, perejil, culantro y hierba buena, de textura cremosa y sabor fresco con un sutil toque dulce. Una combinación armoniosa y sabrosa que deja huella desde el primer bocado.
A continuación, degustamos la Trucha Rosada de Los Andes, una exquisita preparación donde la trucha a la plancha se sirve sobre una delicada cama de pak choy glaseado. La acompaña un saltado de quinua negra con vegetales, que aporta textura y sabor andino. El plato se realza con una sedosa salsa de mantequilla batida al estilo nikkei, coronada con caviar de trucha, hojas de camote crocantes y un toque vibrante de encurtido de jengibre gari. Una armonía de sabores que fusiona tradición y modernidad en cada bocado.
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Postre
Pedimos el emblemático postre “La lúcuma”, y fue como vivir una explosión de sabores cuidadosamente orquestada. Este dulce homenaje a la reina de los frutos andinos se presenta como una esfera de lúcuma sobre una delicada tierra de cacao. Al romperla, revela una suave espuma de lúcuma que se fusiona con un cremoso helado de algarrobina, acompañado de gelatina de anís. El toque final: cacao helado añadido justo al momento. Cada bocado es una sinfonía de texturas y temperaturas, un viaje celestial para el paladar.

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Así son los postres de Astrid: inolvidables, intensos y llenos de alma.
Mis impresiones finales no podrían ser más positivas. El servicio es impecable: dos mozos atentos que, con discreción y amabilidad, están siempre pendientes de que cada detalle esté a tu gusto.
Otro aspecto que vale la pena destacar es la presentación de los platos, que sorprenden por su creatividad y equilibrio visual. Cada preparación es como una obra de arte comestible, donde los ingredientes peruanos —auténticos y de temporada— se lucen como los grandes protagonistas.
La propuesta culinaria sorprende gratamente al paladar con combinaciones innovadoras que respetan el producto y enaltecen nuestras raíces. Uno sale no solo satisfecho, sino también emocionado y orgulloso de lo que la gastronomía peruana sigue logrando: conquistar corazones a través del sabor y la identidad.
Astrid Gustsche
Tuvimos el placer de conversar con Astrid Gutsche, quien nos compartió la esencia de su emblemático restaurante Astrid y Gastón. Más allá de los platos, destaca la experiencia cálida y cercana que ofrecen desde hace más de 30 años. Para Astrid, el servicio es fundamental: hacer que el cliente se sienta como en casa, escuchado y bien atendido. Entre los sabores imperdibles mencionó el famoso Cuy Pekín, una reinterpretación del Pato Pekín con ingredientes peruanos, y el cochinillo, preparado con una cocción perfecta. En los postres, resaltó la lúcuma con helado de algarrobina y tierra de cacao, entre otros clásicos que han perdurado con el tiempo.

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Astrid también nos habló del equilibrio entre tradición e innovación en la cocina. Cree que los platos tradicionales perduran porque están bien hechos y conectan con técnicas ancestrales que no deben perderse. La creatividad, según ella, debe sumarse sin alterar la esencia original. Finalmente, hizo una invitación especial a los canadienses y a la comunidad hispana: descubrir el Perú con calma, disfrutando de su diversidad cultural, gastronómica y natural. “Un solo viaje no será suficiente —dijo—. El Perú hay que explorarlo poco a poco, y siempre dan ganas de volver”.