En el año 2011 la economía peruana lideró el crecimiento en Sudamérica, alcanzando una expansión de 6,9% del PBIpese a una desaceleración mundial ocasionada por las crisis de deuda soberana en la zona del euro. Esta buena respuesta a los choques foráneos, entre otros factores, se ha explicado por un sólido nivel de reservas internacionalesnetas (actualmente en $ 58 mil millones)
Estos logros han sido pieza clave en la generación de confianza, y la atracción de la inversión extranjera directa necesaria para el país, lo cual es digno de ser reconocido y aplaudido, sin embargo, no es suficiente. Luego del primer año de gobierno, no se han logrado los principales objetivos con los que la pareja presidencial asumió el poder el 28 de julio del año 2011; si bien es cierto, se ratificó el modelo neoliberal comenzado hace dos décadas, todavía no se aprecia un panorama sólido respecto a las prioritarias metas, como el de lograr una inclusión social.
Luego de una década de crecimiento promedio de 5,7% (2001-2010), el tema prioritario ya no está en un continuismo de la política económica ni en cómo el gobierno estaría generando mayores ingresos fiscales, sino que el principal objetivo del presente mandato estaría centrado en cómo afrontar una reducción de la pobreza y consolidar así el camino correcto a la inclusión social, ya que este ha sido el principal argumento del oficialismo para llegar al poder; y, porque este es un tema de estructura que debe ser planeado a largo plazo y con visión estadista.
A lo largo de este primer año de gestión e incluyendo el mensaje presidencial del 28 de julio, se han mencionado 26 programas sociales, en su mayoría de subsidio directo, tales como Juntos, Foncodes y Beca 18. No obstante, estos programas de asistencia social, representan para muchos economistas reconocidos, solo un paliativo en la lucha contra la pobreza. Según César Peñaranda, Director Ejecutivo del IEDEP - de la Cámara Comercio de Lima: "los programas sociales, si bien son necesarios, alivian pero no solucionan la pobreza".
Para Enrique Vásquez, profesor de la Universidad del Pacífico: "los programas de asistencia social, pese a ofrecer una ayuda inmediata a las familias más pobres, no solucionan la pobreza, ya que esta representa un subsidio temporal, que depende de los ingresos y la recaudación fiscal del Gobierno, el día que los ingresos no sean suficientes para cubrir el monto en asistencia social, entonces esa población volverá a ser pobre".
Por el contrario, la base del camino a la inclusión social comienza con un Estado institucionalmente sólido, que comprenda que la generación de mayores puestos de trabajo traerá no solo mejores condiciones de vida para los más pobres, sino que además les representará un ingreso permanente. No obstante, "a corto plazo los programas sociales deben orientarse a satisfacer las necesidades básicas y prioritarias de las personas en extrema pobreza"(González Izquierdo). La solución a la desigualdad no se cumple en un lustre. Es una tarea a largo plazo que empieza con la mejora de la calidad educacional, pues esta es la base de cualquier inserción de los pobres al mundo desarrollado.